Es posible disfrutar de unas vacaciones económicas con sólo prestar atención en algunos detalles:
• Flexibilidad en fechas: Generalmente el precio de los
pasajes suele aumentar en temporada alta y puentes, por lo que es mejor
tomarse las vacaciones en meses como julio o septiembre para ahorrarse
algún dinero en los billetes y aprovechar las promociones que lanzan
muchas agencias y hoteles para captar a los turistas dispuestos a
disfrutar de unos días de descanso, aunque no sea en pleno verano o
época de mayor movimiento. Viajar en autobús o compartir coche también
es una buena opción para evitar gastos innecesarios, aunque hay que
tener en cuenta los atascos que se producen durante los meses de más
movilizaciones.
• Destinos económicos: Para pasarlo bien no
necesariamente debemos ir al Caribe, New York, Egipto o cualquier otro
destino más caro. Basta con pasar unos días en el pueblo u otros sitios
no muy comerciales pero que son realmente bonitos. Se abaratan mucho los
alojamientos, es más tranquilo, se desconecta totalmente del trabajo y
la rutina y, aunque no lo parezca, hay muchas actividades para hacer,
tanto de día como de noche.
• Visitar localidades cercanas: Muchas veces buscamos vuelos baratos
a los lugares que soñamos ir durante años, pero nos olvidamos de
ciudades que nos rodean y que no conocemos. Inclusive se puede visitar
un pueblo o localidad cercana en un solo día, con lo que, al final de
nuestras vacaciones visitaremos varios destinos y sin gastar en hoteles o
caros restaurantes. Pintorescos pueblos que tienen sus tradiciones, su
encanto, su particular arquitectura, un viaje más que interesante sin
alejarse mucho de casa.
• Intercambiar casas: Esta modalidad se está poniendo
muy de moda, aunque conviene en lo posible intercambiar hogar con
alguien conocido, de confianza, para no llevarnos sorpresas luego de las
vacaciones. Pero es una muy buena opción para ahorrarse el alojamiento,
ya que si tenemos un amigo en otra ciudad podemos hacer coincidir
nuestras vacaciones para que resulte más económico para ambas partes.
• Alojamientos rurales o camping: Otra de las maneras
de reducir los costes es ir de acampada. Sobre todo en grupo o en
familia suele ser muy divertido y el equipo de camping se puede pedir
prestado. Asimismo, ya sea para ir a la costa o a la montaña, también se
puede alquilar una vivienda, lo que permite dividir gastos y es un
precio mucho más asequible que un hotel. Al tratar con el propietario
nos evitamos las caras comisiones de las agencias y sobre todo en época
fuera de temporada suele haber ofertas increíbles.
• Comer barato: Tanto en pueblos como en ciudades suele
haber puestos de comida y mercados, además de bares y sitios con comida
para llevar, que tienen muy buenas propuestas y para todos los
bolsillos. Generalmente hay bastante diferencia de precios entre
restaurantes en plena zona turística y los que están más apartados, que
no por eso no sirven excelentes comidas.
• Paciencia, investigar y esperar: No siempre las cosas
planificadas con tiempo salen mejor. Si se evitan los destinos más
populares y masificados se llegan a encontrar ofertas interesantes,
especialmente en alojamiento, porque los hosteleros ante el temor de no
llenar todas las plazas de que disponen, rebajas sus tarifas, por lo
que, si no hay preferencia clara por un lugar concreto, los viajes de
última hora y a destinos poco usuales, pueden ser muy beneficiosos para
el bolsillo.
Teniendo en cuenta todos estos consejos, irse de vacaciones este verano no tiene por qué ser todo un lujo. Vuelos baratos,
ofertas de última hora, ahorrar en alojamiento y comida, todos estos
detalles hacen que encontremos la manera de que nuestro presupuesto
alcance para todo, sin privarnos de unos merecidos días de descanso que
tan bien nos sientan, porque, al fin y al cabo, no es tan complicado
disfrutar de unas vacaciones baratas que se adapten a la mayoría de los
precios que teníamos en mente pagar.